EL ARTE DE EDUCAR ADULTOS

La Sociedad del Conocimiento y la información están desafiando los paradigmas de cómo aprenden los adultos. A su vez como aplican lo aprendido a su mundo laboral. La Andragogía, el arte de educar adultos, hoy es la protagonista en muchas Casas de Estudios de Educación Superior del siglo XXI. Los distintos programas formativos, sean éstos presenciales, e-learning, on line, en formato sincrónico o asincrónico, son abordados en base a la perspectiva de quién es un adulto, cómo aprende, cuál es su experiencia, cuál es su desarrollo fisiológico, social y cognitivo. También cómo se relacionan con otros, su visión del mundo, entre otros aspectos. En resumidas cuentas, lo que se pretende es lograr el más alto aprendizaje significativo de este grupo de individuos.




Un primer acercamiento a la Andragogía de Knwoles es comprender cuáles son los Principios que sustentan dicha disciplina. El primero de ellos dice relación con el autoconcepto. En este sentido, un adulto es un individuo que posee la capacidad de autodirigirse. El segundo postulado se orienta al cúmulo de experiencias que tiene a su haber. Luego, la disposición que manifiesta para aprender lo motiva y le permite relacionar lo nuevo con lo que posee en su estructura cognitiva en concordancia con el mundo que le rodea. El último principio se relaciona con la capacidad que tiene para aplicar lo aprendido a las múltiples situaciones que se enfrenta día a día. Los puntos señalados pueden resumirse en dos grandes perspectivas. La horizontalidad y la participación. La horizontalidad se manifiesta en la experiencia y adultez que poseen tanto facilitador como el que aprende (Adam, 1987). La participación se da en el contexto de una mayor interrelación entre los sujetos que participan del acto andragógico, sean éstos sus compañeros y el docente.  Este principio permite al adulto despojarse de las frustraciones y fracasos que pueda tener acumulado a lo largo de su vida. En este contexto, el trabajo grupal y el diálogo con sus pares pasa a ser relevante en su proceso de enseñanza aprendizaje, creciendo y asumiendo responsabilidades de mayor peso en las actividades educativas. A la horizontalidad y la participación se suma el principio de la flexibilidad, el cual siempre debe estar presente al momento de adaptar el currículum a la realidad del adulto (Cárdenas, 200).




Fuente: Arte de Educar Adultos



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